El bosque profundo

El 31 de octubre es el día de la Víspera de Todos los Santos o Noche de Brujasentre otros muchos nombres como Halloween o Día de Muertos.

Esta celebración se asocia con los colores naranja, negro y morado y, sobre todo, a las fiestas de disfraces, hogueras, visitas a casas encantadas, bromas, ver películas de terror, leer y/o contar historias de miedo sobre espejos mágicos, fuentes que engañan con su lumbre, gente que no es humana… o brujas que no son tan malas como cuentan:

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Textos extraídos del libro “El bosque profundo”. Sofía Rhei / il. Anna Ribot UrbitaArtistas Martinez.
 

En las cabaña de la bruja no existe la piedra que no haya bajado rodando de la montaña hasta encajar en un sitio preciso. Cada una de las ramas del brezo que forman el tejado fue arrastrada voluntariamente por el viento hasta ocupar el lugar que le había sido destinado.

Al menos, eso es lo que sucede en la cabaña soñada por la niña que, al despertar, decide que quiere ser bruja.

La verdadera bruja no tiene cabaña, ya que no duerme. Pasa las noches recorriendo los pueblos soñando hermosos sueños sobre las niñas. 


LA FLOR AZUL

Cada día, ella se acercaba al huerto y comprobaba que su boca seguía más roja que las fresas. Iba al establo y suspiraba aliviada al ver que su piel aún era más blanca que la leche. Sin embargo, un día en el prado encontró una flor más azul que sus ojos. La arrancó para que nadie pudiera compararla con ella, y en ese momento se quedó ciega.

LA CADENA DE HIERRO

El cazador de hadas no caza demasiadas, pero lo intenta con ahínco. Cambia de aspecto cada día para que las astutas criaturillas, con sus insoportables risitas, no lo reconozcan nada más verle. 

Al menos, eso es lo que cree. Lo cierto es que el cazador de hadas muere cada día, devorado por las hadas, y su memoria es puesta en otro cuerpo, aún más ridículo, para que las hadas se sigan riendo de él. 


LA MUCHACHA TRAS LA PUERTA ENTREABIERTA

Sabía que era un monstruo, porque no tenía párpados, sino escamas. Nadie más se había dado cuenta. Sus escamas, afortunadamente, eran idénticas a los párpados humanos.

Pero ella sabía que eran escamas.

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